Ha llegado el día

Ha llegado el día, faltan solo unas horas para embarcar rumbo a Guatemala.
Estaba contemplando el atardecer desde mi terraza cuando me ha venido a la memoria los atardeceres que veíamos desde el internado Nimja cuando volvíamos después de un día de trabajo por las comunidades. Eran momentos de paz, de tranquilidad, de recogimiento, de dar gracias a Dios por el día, y de pedirle fuerzas para el día siguiente.

   Me siento una privilegiada. Privilegiada por haber nacido en una familia donde, desde muy pequeña mis padres me enseñaron, con su ejemplo, que es más bonito dar que recibir, estar pendiente del otro que de uno mismo. Privilegiada por haber conocido una espiritualidad que lo que me ha enseñado es a "en todo amar y servir". Privilegiada porque tengo una comunidad y unos amigos con los que comparto fe y vida. Privilegiada porque he llegado a mi edad bien de salud, lo que me permite cumplir este sueño, y privilegiada porque tengo unos hijos que me quieren, me comprenden y, aunque un poquito a regañadientes, me permiten irme otra vez.

Doy gracias a Dios por todo ello.

Estos van a ser mis amaneceres y mis atardeceres a partir a ahora. Momentos de recogimiento que aprovecharé para recordaros, para sentiros cerca a través de ese Señor que nos une a todos.